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Foto del escritorÁngeles Rubio Gil

GENERACIÓN CRISTAL Y LA REPOBLACIÓN ESPERADA



Suele abordarse la despoblación rural como si todos los pueblos fuesen iguales, como si se tratase de una causa social más, cuando no, de una dinámica estructural insalvable. Sin embargo, existen indicios de una nueva tendencia repobladora responsable y con propósito, a la vista de las cifras y la respuesta juvenil en los recientes desastres naturales. 


La España despoblada es muy extensa, y si bien, solo afecta a un 2,3% de los habitantes (uno de los 48,94 millones en 2024 según datos del INE), comprende un territorio de 300.000 m2 y alrededor de 3.500 pueblos (BE) de los 8.132 existentes (INE). De modo que, revertir el abandono del campo, debe ser un imperativo económico y social urgente y prioritario para el mantenimiento de los servicios ecosistémicos y el equilibrio territorial.


Por una parte, el control y preservación de especies es fundamental para la salud de la población y el hábitat en general, mientras, solo a modo de ejemplo, un 60% de abejas ya no prosperan en el territorio, afectando a la polinización realizada por estas en un 70%. A su vez, la forestación y la buena gestión de los recursos hídricos previenen inundaciones, incendios y la degradación del suelo que ya afecta al 50% del territorio español, con una pérdida total de 22 millones de hectáreas, y una intensidad de la erosión que supera lo tolerable, con pérdidas anuales de 2,41 Toneladas/ha. 


Por otra parte, comprender el mundo rural pasa por conocer su diversidad. Se consideran rurales aquellos municipios que cuentan con menos de 30.000 habitantes (siguiendo el criterio del MAPA). Y que en general registran una renta similar a las zonas urbanas, pero un precio de la vivienda y una deuda per cápita menor, lo que apunta a una mejor calidad de vida. Así el mundo rural comprende:

  1. Zonas de alta productividad agraria y crecimiento demográfico.

  2. Otras altamente gentrificadas, como son las turísticas de costa.

  3. Pujantes periurbanas, con gran densidad poblacional y altas tasas de empleo; y por último,

  4. las progresivas, con una población estable, atractivo paisajístico y una economía competitiva.

  5. Las regresivas, con mayor envejecimiento de la población y una economía agraria tradicional, aunque una riqueza cultural, ambiental y paisajística insustituible.


Son estos últimos pueblos los que se encuentran a mayor altitud, distancia de la costa y de zonas urbanas, y que, aunque cuenten con una economía menos competitiva, sus activos van revalorizándose, a tenor de las amenazas naturales y sociales que afronta la sociedad actual: climáticas, epidémicas, ecológicas o derivadas de un estilo de vida sedentario, insalubre o más solitario). En concreto son oportunidades laborales, que favorecen una ocupación más juvenil y femenina, que mejora el crecimiento vegetativo (saldo entre nacimientos y mortalidad) y el deterioro del hábitat, con nuevos nichos de negocio derivados del cuidado, la economía verde, los servicios educativos, turísticos y financieros alternativos. Entre los primeros, destacan los destinados a la atención de la dependencia, tres veces mayor que en las ciudades, del mismo modo que, dichos servicios pueden ahondar en esa mejor calidad de vida para jóvenes y mayores en lo rural.


Las condiciones orográficas de los pueblos pequeños son también muy propicias entre otros aspectos, para el empleo y el ocio juvenil. El agroturismo, el turismo rural, de naturaleza y aventura son negocios en alza y formas de vida en un entorno próspero y saludable.  También en sectores como el agropecuario y energético, los oficios de mantenimiento de inmuebles (aislamiento, rehabilitación tan necesarios) y los de digitalización a través de los que se expande la Nueva Ruralidad. Se trata en general de trabajos más estables y nuevos yacimientos de empleo, por ejemplo, en el e’commerce o la domótica aplicada a las explotaciones agrarias o agricultura inteligente que engloba el Internet de las Cosas (IoT), sensores, drones y sistemas de información geográfica, para automatizar y optimizar los procesos. Toda una motivación para el relevo en el campo de los nativos digitales (Generaciones Y o Millennials y Z), para conseguir elevar la cifra de solo un 4% de jefes/as de explotación agrícola con menos de 35 años (INE).


Y son los jóvenes entre 18 y 24 años el grupo de edad más interesado en vivir en pueblos, y que engrosan ese 22% del total de personas que prefieren esta opción al buscar vivienda, y el 16% los de 25 a 34 años (Fotocasa, 2024). Es decir, aquellos que, tras sufrir la pandemia en la franja de edad de salir al mundo, descubrieron el ocio rural y hoy encuentran mayores dificultades de inserción laboral, pero nuevos alicientes en una nueva ruralidad digital y global. Un retorno a lo rural de jóvenes y familias que comenzó a partir de la pandemia COVID con más de 200.000 persona en el periodo 2019-2022. Todo lo que apunta hacia una despoblación reversible y una nueva relación entre el campo y la ciudad, como camino de ‘ida y vuelta’ de la población flotante, trabajadora en ciudades cercanas, turista, con dobles residencias, jubilada, inmigrante o teletrabajadora.


Son, sobre todo, las nuevas tendencias y preferencias de la generación Z o Cristal (nacidos entre 1998 y 2010) las que afianzarán un nuevo escenario para el relevo generacional:

  1. Con una demanda en alza de estudios universitarios relacionados con el campo, con un incremento de un 43% los de agricultura, ganadería, pesca, silvicultura, veterinaria (oferta educativa ha decrecido un 7,7%).

  2. Un incremento además de la demanda de otros estudios imprescindibles en la Nueva Ruralidad (Ciencias, 35%, Salud y Servicios Sociales, 52%, Informática, 42%).

  3. A lo que se une su mayor valoración de la educación on line y semipresencial que es muy numerosa y más viable en hábitat rural, con la mejora ostensible de la conectividad.


Una vocación medioambiental y emprendedora que, junto a su interés por una sociabilidad auténtica, más allá de las pantallas, consigue que, la generación de Cristal no se quiebre y muestre un interés deliberado por defender su futuro profesional (según datos del informe Youth Talks, EADA, 2024) y cada vez más, en su tierra. Pujando así contra esa tasa de desempleo juvenil que es la más alta de Europa, y a favor, de una esperanza de vida también superior (de 84 años), en especial en el rural, debido a su estilo de vida.


En cuanto al paro juvenil es levemente superior al urbano con un 30%, pero cuenta con un empleo que registra menor movilidad. En cuanto al emprendimiento juvenil, es superior, en torno asimismo al 30%, y se incrementa en el caso de la juventud inmigrante (pymes de mantenimiento, cuidado y agrícolas).  Así con todo, conseguir que la juventud oriunda, emprendedora, teletrabajadora o veraneante se asiente en el territorio puede resultar complicado, porque permanece el viejo relato ‘para prosperar hay que emigrar”, o los foráneos: ‘pueblo pequeño infierno grande’, “en el pueblo no hay nada’. Es por esto último importante el trabajo que hacen consistorios y cronistas locales promocionando atractivos y convocatorias festivas y culturales innumerables en toda la geografía, que son la cara de los pueblos españoles, rebosantes de juventud durante las vacaciones y fines de semana.


Y, más allá de las cifras, es paisaje habitual el de la juventud involucrada en los movimientos de ayuda en los desastres del campo, en la conservación del patrimonio material (templos, castillos, yacimientos, etc.) e inmaterial (historia, tradiciones, oficios, etc.). Por último, ha sido notable la revitalización de los grupos folklóricos y ritos en los pueblos españoles en los que el control social se ha ido atenuando por la mayor afinidad de los valores de la generación Z y sus progenitores. Asimismo, se han suavizado las diferencias entre la juventud rural, urbana e inmigrante, gracias a la globalización de los gustos culturales y su mayor interacción en entornos rurales de ocio y trabajo, que son los pueblos para la juventud llegada y autóctona, el ámbito para la conciliación familiar, la emancipación posible y el desarrollo profesional. Una vida menos solitaria y estresante, y en todo lo anterior, plenamente acorde con las expectativas transparentes de la generación Cristal.

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Muchas gracias a Rural Citizen por la oportunidad que nos brinda de comunicar estas conclusiones de nuestro estudio y a todas las personas que nos están leyendo y citando (NONNOBIS Social Research)

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Este espacio está precisamente para aportar contenido de valor en torno a temas que son clave en el impulso de una Nueva Ruralidad. Y, sin duda, el relevo generacional es uno de los esenciales a abordar para preservar la vida y el futuro de nuestros pueblos y de todos sus oficios y saberes. Gracias, Ángeles, por acercarnos tus conocimientos e invitarnos a la reflexión.

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